Opinión | VIRANDO A BABOR

Delirios políticos

Empecemos por lo más cercano. Nolasco delira: «Si violan, matan o roban no será con mi conciencia». Pero ¿qué querría decir el vicepresidente de Azcón recién dimitido con la frasecita? En la radio le escuché algo así como que «no tendría tranquilidad moral si uno de esos menas agrede a un español». ¿De qué habla? ¿Qué veneno de odio se ha tomado este hombre? ¿Con qué datos? ¿Qué es lo que lee? ¿En qué fuentes se alimenta? Hace falta mucho cuajo para sembrar así el odio y estigmatizar así a niños señalándoles como futuros delincuentes peligrosos. Por eso, con los del PP, no lo olvidemos, querían los de Vox enviar a la Armada a hundir cayucos. Puro delirio inaceptable en una sociedad democrática con una

Constitución que proclama unos valores. Si hablamos de Libertad, de Justicia, de convivencia, de Derechos Humanos, tiene más peligro el delirante Nolasco y sus conmilitones que todos los menores no acompañados juntos. Nacho Cano delira, y con él Díaz Ayuso, hablando de la Stasi, de estalinismo y de amenazas a la libertad. Todo para no reconocer que tenía trabajadores sin los permisos en regla y sin cumplir la legislación laboral. Lo de las becas es un truco demasiado conocido por injusto e infame. Un músico mediocre (en este país cualquier mindundi se considera artista), un empresario tramposo que se atreve a tachar a la policía de criminales y a hablar de cunetas. Un don nadie con un ego desproporcionado. Ya tardan las asociaciones policiales en darse por enteradas e interponer la correspondiente demanda por injurias. Lo de la policía patriótica del ministro del PP Fernández Díaz es otro delirio muy peligroso, ilegal, inmoral y antidemocrático, consistente en espiar durante dos años a medio centenar de diputados de Podemos e incluso a alguna jueza en activo. El asunto está en la Audiencia Nacional. El uso de recursos públicos, dinero y policía, para destruir los papeles de la corrupción del PP que guardaba unos de los suyos llamado Bárcenas, es otro delirio muy interesado. Y hay muchos más.

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