Opinión | EL ARTÍCULO DEL DÍA

¿Quién lee esto?

Hace unos días, en la Feria del Libro de Zaragoza, con motivo de mi nueva novela: Años de traición, editada en Doce Robles, tuve ocasión de pasar algunas horas en su caseta firmando libros y, sobre todo, charlando con otros escritores y con potenciales lectores. Y salió a relucir el tema, ¡cómo no!, de las dudas de los autores sobre quiénes serán las personas que leerán sus libros. Y yo les conté algo que voy a repetir ahora pues me parece bonito e ilustrativo. Hace un par de años, en uno de esos actos de promoción en los que participamos, estaban dos escritoras hablando de su obra y yo estaba entre el púbico. Una de ellas era veterana, por años y por obra, y la otra más joven y novel. Fue un acto muy interesante pues casi todo lo que dijeron tenía su enjundia. Cuando se permitió al público decir algo o preguntar a las protagonistas una joven, o no tanto, ya cerca de los cuarenta, dijo más o menos lo siguiente: acaban ustedes de decir, entre otras cuestiones, que tienen dudas acerca de los destinatarios de sus obras y del provecho de las mismas. Permítanme que les cuente mi experiencia personal. Hará casi veinte años yo estaba en mi pueblo aburrida, en una tarde lluviosa y sin nada apetecible que hacer. Me fui a la biblioteca pública, a la que era asidua entonces ya que estaba muy bien surtida y atendida, y cogí uno de sus libros (en esos momentos miró a la escritora más mayor) y me puse a leerlo. Era de relatos así que fui leyendo varios y uno de ellos me dejó sorprendida y pensativa. Se trataba de mi vida, como si alguien le hubiese explicado a usted mis inquietudes y miedos, y, lo mejor, narraba unos años que yo aún no había vivido. Quiero que sepa que usted cambió mi vida ya que me abrió horizontes que yo creía inalcanzables y me dio fuerzas para plantearme un futuro que en aquellos momentos no era más que un sueño. Y lo logré. Aquí estoy y se lo debo a usted, a su relato, así que a la pregunta de quién lee sus obras y a quién aprovechan, ya tiene una respuesta. Ni que decir tiene que aquello acabó con besos y abrazos.

Un libro, un artículo en prensa escrita, tienen un primer destinatario: el autor, pero ese sería un objetivo menor, muy inmediato, ya que nadie escribe solo por el propio placer de escribir. Quien escribe, y publica, tiene otro objetivo más ambicioso y este es conseguir que haya quienes se acerquen a la lectura de lo escrito. Tanto en libros, con los derechos de autor, como en prensa escrita, por comentarios de lectores y de los responsables de la publicación, todos nosotros nos hacemos una idea aproximada del número de personas que han podido leer lo publicado. Otra cosa es tratar de adivinar la repercusión que pueda tener en algunos lectores. A veces se produce el milagro que he relatado más arriba, pero no es frecuente. En otras ocasiones alguien nos hace comentarios, generalmente elogiosos ya que no es habitual que una persona disgustada te diga personalmente que no le ha gustado.

Voy a contar algo que me ha sucedido con el libro que he citado al principio y que tiene que ver con lo que esto pretendiendo decir. Una periodista ha leído mi novela por obligación profesional y ha hecho los comentarios oportunos, es su trabajo. Días después coincidimos en un acto cultural y me dijo lo siguiente: Javier, no sé si te sorprenderá lo que te voy a decir. Yo viví el franquismo en sus últimos años, por lo que no tengo una impresión personal del régimen. En mi casa nunca se habló de política y en mis estudios siempre llegábamos tarde a esos años. Resumen: no tengo criterios claros sobre aquellos años, aunque por mi ideología no le tengo simpatía a aquel general y a lo que significó. Leí tu novela como todas, siguiendo un procedimiento que me permite poder juzgarla con sinceridad, aunque no la haya leído completa y en profundidad. Reconocí rasgos de tus anteriores novelas, muy bien escrita, con estilo claro y sencillo, y directa, al grano. Tras releerla, en un fin de semana en el que tenía tiempo, lo hice despacio. Y aquí viene lo que te quería decir: por primera vez he entendido el franquismo. Llamé de inmediato a unos amigos con los que solemos hablar de estos temas y les dije que la leyeran cuanto antes, que ya teníamos tema de debate para el próximo encuentro. Ya sé que la novela no trata de explicar de forma científica lo que fueron aquellos años, pero lo has conseguido, al menos conmigo.

Les podrá parecer exagerado esto que voy a escribir a continuación, pero lo siento así. Solo con que un lector sea capaz de terminar de leer uno de mis libros o artículos y pararse unos minutos a reflexionar ya me doy por satisfecho, creo que el esfuerzo ha merecido la pena. De eso se trata, de entrar en contacto a través de ideas expresadas en diferentes formatos, por escrito. Eso es lo que nos mueve a quienes tenemos el vicio de escribir, desde luego en mi caso y, sin que sirva de dato científicamente comprobado, el resultado de algunas tertulias muy agradables en la Feria del Libro, que a decir del gremio ha vuelto a ser este año todo un éxito.

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