'Hor dago'

John Thin

O, si lo prefieren, órdago, que traducido del euskera que es de dónde proviene la expresión del juego del mus, significa «está allá». Y allá están ya las elecciones después de que el PSOE de Pedro Sánchez lanzase el órdago electoral el pasado 29 de mayo. Solo unas horas después del tsunami popular, el todavía presidente sacó el enésimo conejo de su chistera y, fiel a su estilo de sorprender a todo el mundo, convocó elecciones anticipadas para este próximo 23 de julio. Tras el resultado del 28M, el que suscribe ya dijo en vivo y en directo por la noche que la única salida que le quedaba a Sánchez era el adelanto electoral. Y no fueron pocos los incrédulos, también en vivo y también en directo. Pero si se analiza con calma todo tiene sentido.

Ignoro si quien está leyendo estas líneas es amante o no del mus. A mí es un juego que me apasiona. Y aunque sea difícil explicar sus reglas para quienes son profanos, me conformo con que sepan que el mus es un juego en el que participan cuatro personas divididas en dos equipos de dos, uno enfrente del otro. Es decir, dos contra dos. Y además es un juego en el que está permitido mentir. Eso sí. Te la juegas cada vez que mientes. Sobre todo si dices órdago. Órdago significa que te lo juegas todo a esa jugada. Todo es todo. Y a veces echas el órdago porque llevas una jugada inmejorable y sabes que lo ganas si la pareja contraria te lo ve. Y otras veces, la mayoría, lo que pasa es que echas el órdago cuando vas perdiendo irremisiblemente y solo te queda recurrir a eso para que quien se ve ganador se amilane y no se atreva a vértelo, ya que perdería todo lo cosechado. Al que se ve ganador le entran dudas y al no ver ningún órdago, el que iba perdiendo empieza a recuperar terreno rápidamente. El órdago electoral de Pedro Sánchez es de estos últimos. Sánchez sabe que va perdiendo por goleada y, por eso mismo, no tiene nada que perder. Ha echado un hor dago en la mesa electoral. Ha dicho: «Ahí están las elecciones generales». Y el resto de jugadores está obligado a ver ese órdago. Y ahí estamos empezando una campaña electoral atípica por las fechas y atípica por los nuevos jugadores.

Por un lado, la convocatoria de elecciones anticipadas le permitió ensombrecer el subidón mediático de la victoria popular y del salto de Vox, y por otro lado, obligaba a que lo que él considera que es una jaula de grillos, esto es, que quienes quieren Sumar por su izquierda tuvieran que tocar zafarrancho en medio de una agitación desordenada y ruidosa. 

Hace tan solo cuatro años, en el casino electoral más que al mus se jugaba al póker, que es un juego parecido en el que también se puede mentir y poner cara, pues eso, de póker. Solo que los jugadores eran distintos. Junto a Pedro Sánchez, por un lado, Pablo Casado líder por accidentes de Soraya y Cospedal; por otro, Albert Rivera, quien se creía el Macron español intentando levantarle la silla al anterior; y, por otro, un Pablo Iglesias con su coleta prometiendo asaltar los cielos.

Pues bien, de esos jugadores solo queda Sánchez, el ordagueador. Y de casta le viene al galgo. No tengo que recordarles que a esa esperanza socialista llamada Susana Díaz y apoyada prácticamente por todo el aparato de Ferraz, le echó un órdago a todo. Y lo ganó de calle. Susana Díaz encarnaba a ese mirlo blanco a quien el pensamiento único había designado con la varita. Susana vio el órdago de Pedro y lo perdió. También le echó un órdago a Rajoy, el cual no tuvo más remedio que verlo. El bolso de Soraya en el escaño de Rajoy el día de la moción de censura da fe de ello. Rajoy vio el órdago y también perdió. Ha sido la única vez que una moción de censura ha triunfado en nuestra todavía joven democracia. Si hay algo claro es que Pedro Sánchez está acostumbrado a echar órdagos… y a ganarlos, al menos hasta ahora.

Hoy se juega de nuevo al mus. Se juega a varios cotos que finalizan el 23 de julio. Y las parejas son bien distintas. Si buscan tahúr en el diccionario de la RAE, verán tres acepciones. La primera se refiere a alguien a quien le encantan los juegos de azar. La segunda acepción se refiere a quien juega con especial habilidad. Y la tercera es que se trata de un jugador fullero, o sea, tramposo. Quédense con la que prefieran. El tahúr Sánchez tiene de pareja a Díaz, pero a Yolanda, no a Susana. Entre ellos hay sintonía, se entienden bien y se saben necesarios. Ya han gobernado juntos y están avenidos. Enfrente, la pareja del momento formada por Feijóo y Abascal. Son una promesa y están conociéndose. En algunas comunidades van juntos a los campeonatos de mus y en otras no. Y eso hace las cosas un poco más difíciles. Eso sí, llevan una gran ventaja de puntos a la otra pareja.

Se me ha olvidado decirles algo importante. En el mus no gana una persona. Da igual quien haga los puntos. Gana la pareja. Y lo que es más importante, puedes pasarle señas a tu compañero. Eso sí, no puedes mentir en las señas. Y si te pillan pasándolas... pues eso, que le has dicho tu jugada a la pareja rival. Y eso te puede hundir.

Tal y como pudimos comprobar en las elecciones autonómicas y municipales, quien tiene un mejor relato es quien se lleva el gato al agua. Y las señas de esta precampaña se han basado de nuevo en el uso de un relato ajeno a los auténticos desafíos de nuestra España. Para que las vea con claridad, Feijóo ha mandado señas a Pedro Sánchez, acusándole de ofrecer un indulto al prófugo Puigdemont, al cual se ve cansado y avejentado. Parece que comer todos los días mejillones y patatas fritas no se lleva bien con la dieta mediterránea. Y también Feijóo le ha mandado señas a Abascal, su pareja, a quien le ha dicho que lleva juego suficiente como para ganar la partida él solito. La respuesta de Abascal ha sido clara. Aquí jugamos dos y sin mis cartas no puedes ganar. Enfrente, la pareja Sánchez-Díaz no se pasa señas entre ellos. Se las pasan a la galería. Una promete hacer cosas sociales y el otro dice en sus entrevistas mediáticas que solo con él es posible.

Además de todo lo anterior, en el mus también es importante ir de mano. Ir de mano significa que eres tú o tu pareja quien empieza a hablar. Y a igualdad de jugada ganas tu frente a la jugada de la pareja rival. Y en esta partida quien va de mano es Feijóo. Ir de mano es tener una ventaja clara, pero también implica tener que ser valiente y decidir el primero. Y en ello anda el gallego. Tras él, Yolanda, que también es gallega, puede o no envidar, es decir apostar, o hacer lo que suele hacerse en mus, que es esperar a que hable Abascal, el cual también puede envidar o pasar, que es lo que suele hacerse si no tienes clara la jugada y tu compañero no te ha pasado señas claras. Y el último en hablar es quien ha repartido, es decir, Sánchez, el cual ha podido observar todos los movimientos de los demás. Y así cuatro veces. A grande, a chica, a pares y a juego. Es decir, al Congreso, al Senado, a los ministerios y a la Moncloa.

Yo soy de esos jugadores de mus que no pasan nunca señas. Suelo jugar con mi hermano Nacho de pareja. Nos conocemos mucho y no nos hacen falta, porque podrían delatarnos. Cuando jugamos contra parejas que se conocen poco es frecuente que recurran a las señas para intentar controlar el juego. Un movimiento de cejas arriba significa dúplex, es decir dos parejas, y cucar un ojo significa que llevas la una, o sea, treinta y uno en el juego, que es la puntuación máxima. Cuando los rivales se conocen poco entre ellos, les pillamos todas las señas. Por eso solemos ganar. No es porque seamos mejores. Las cartas es un juego de suerte. Pero hay que saber jugarlas. Pillar las señales de los rivales nos da ventaja. Casi siempre se las pasan. Y cuando lo hacen, les pillamos. 

Feijóo le ha pasado a Abascal dúplex, es decir, que lleva una jugada inmejorable, pero Abascal le ha cucado un ojo a Feijóo, es decir, que si Feijóo no se atreve a lanzar el órdago, y como buen gallego, Abascal sabe que no lo va a lanzar, él lleva la una, o lo que es lo mismo, la mayoría absoluta. Sin Vox no hay paraíso, le dice. El pasado 28 de mayo los barones del PP del actual Feijóo ganaron el centro político. Y Feijóo mira a la grada pidiendo una mayoría suficiente que le permita no depender de la jugada de Abascal.

Lo que es muy difícil ya que, aunque solo juegan cuatro, en la mesa de al lado están jugando otra partida en la que van de pareja Junts y PNV frente a ERC y Bildu. Menuda partida. Catalanes con vascos frente a vascos con catalanes. Y todos ellos saben que, en un momento dado, todos pueden ganar o todos pueden perder. En esta mesa les da igual quien gane, ya que piensan seguir poniendo condiciones cada vez más asfixiantes, tal y como vienen haciendo desde hace decenios con Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy y el propio Sánchez. 

Hay mucho público viendo ambas partidas. La mayoría está en la mesa noble, pero de reojo todos saben que la otra mesa puede ser decisiva. Lo ha sido siempre en nuestra ya cuarentona democracia. Recuerden cuando el íncl ito Aznar, tras Lizarra y junto a Yaser Arafat, habló del Movimiento Vasco de Liberación. Hay cosas que hay que hacer por tu país… 

Por delante, dos semanas de campaña. Dos semanas de partidas y de cotos, en las que puede que se juegue también al guiñote, al tute, a la escoba, al cinquillo, a la brisca y, sobre todo, al póker. Lady Gaga inmortalizó la poker face, esa cara que no denota emociones y que absolutamente todos los candidatos ponen en campaña electoral. Todos ponen cara de ganador, aunque a todos les tiemblen las piernas. Disfrutemos esta atípica campaña electoral en la España que se juega mucho. Nos jugamos todos mucho. En esta campaña, los ciudadanos podemos pedir mus desde la playa o la montaña mientras observamos las jugadas de nuestros próceres políticos. Va a ganar una pareja. Veremos si la gobernabilidad de España sigue dependiendo de la mesa de al lado. Veremos que da de sí esta primera semana de campaña electoral.

Nos vemos aquí en una semana.