La noche ya no es la que era en Zaragoza. Aunque la oferta de ocio nocturno mantiene el pulso en la capital aragonesa y sigue resultando atractiva a propios y ajenos, queda lejos de aquello que sucedía en los años 80 y 90 en la ciudad, donde zonas como el Rollo eran casi intransitables en las madrugadas de los fines de semana debido a la cantidad de bares que abrían sus puertas y a los miles de jóvenes que acudían. Sin embargo, la tendencia no resulta exclusiva de Zaragoza, sino que refleja el cambio de hábitos que se ve en toda España: del 2015 al 2018 el país perdió cerca de 1.000 locales nocturnos, hasta quedarse en los 17.233. Un cambio que, además, va en favor de la franja diurna, que gana clientes y reconvierte su oferta a los nuevos tiempos.

Un fenómeno que observan desde la asociación Cafés y Bares de Zaragoza. Su presidente, José María Marteles, así lo ve: «El bajón fue con la crisis. Este año y el pasado el sector se mantiene pero cambia de actividad, hacia la franja diurna, sobre todo tardana», afirma. «El ocio nocturno más o menos se mantiene pero lo que está subiendo muy fuerte es el tardeo, o empezar con el vermú y alargar con un café y una copa», añade.

Según los datos de este colectivo, en la ciudad hay unos 2.730 establecimientos de todas las categorías. Un 11,7%, 317, son pubs, bares musicales o discotecas. El 9,9%, cerca de 270, son restaurantes, y un 78,5%, unos 2.143, son cafeterías, incluidos modelos híbridos que también ofrecen comidas.

resistencia / «No hay cifras exactas pero de lo que se va cerrando, se van abriendo nuevos», resume Marteles, que recuerda que el sector bajó mucho con la crisis, «pero estos últimos años se va manteniendo», apunta. Una resistencia que se refleja en el ocio nocturno, especialmente en lo relativo a «los clásicos de toda la vida», a los que van los clientes ex professo. También, otros locales que se reconvierten. «Hay muchos que mezclan todo, grastronomía, música y copas», señala Marteles.

El presidente de la Confederación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Aragón, Luis Vaquer, mantiene un punto de vista muy similar. Explica que todo el sector sufrió los efectos de la crisis, pero especialmente los negocios de la noche. «Aunque también recuperó, se quedó más tocado», detalla.

También considera los cambios sociológicos de los últimos años como una de las causas de esta pérdida de músculo nocturno. La franja de edad que más sale de noche, indica, es la que comprende de los 18 a los 30 años, un grupo donde muchos usuarios se han pasado al botellón.

«Los negocios se han tenido que reinventar», enfatiza Vaquer, que observa que «hay menos zonas en la ciudad y las marcas se intentan posicionar con nuevas propuestas como el tardeo, o el afterwork». O con la vuelta de los clásicos: «El vermut ha experimentado un incremento», concluye.