ZARAGOZEANDO

La melodía oriental de la calle Unceta, el barrio chino de Zaragoza

En el barrio Delicias contrastan las tiendas en castellano con los rótulos en caracteres asiáticos.

La melodía oriental de la calle Unceta, el barrio chino de Zaragoza

La melodía oriental de la calle Unceta, el barrio chino de Zaragoza

D. CHIC

Las melodías que salen de uno de los bazares contrastan con el ritmo latino de los coches que pasan por la calle Unceta. El corazón del zaragozano barrio de las Delicias mantiene su diversidad y acoge con los roces propios de la costumbre a colectivos inmigrantes de buena parte del mundo. Por eso no es raro que el pop koreano (Linda, Linda de los Drinking Boys and Girls Choi) se escape desde el interior de uno de los comercios. Los propios inmigrantes orientales de la ciudad bromean con la posibilidad de designar a esta calle y su entorno como el Chinatown zaragozano. Sin embargo, es poco probable que se acabe instalando uno de esos arcos que decoran estas zonas en las ciudades norteamericanas. El arraigo de muchas de las familias que proceden de la provincia de Zhejiang, cercana a Shanghái, aún es limitado. Habrá que conformarse con la próxima celebración en febrero del año nuevo y dar la bienvenida a las augurios del buey.

Respuesta evasiva

La calle Unceta inició su transformación en los primeros años de la década de los dosmiles. Alquileres baratos y la posibilidad de residir cerca de los comercios que los propios inmigrantes ponían en marcha fueron las claves. Así lo recuerda desde la distancia uno de los dueños de las inmobiliarias que gestionó aquellos primeros movimientos. «Los que podían intentaron comprarse un piso por la zona», recuerda. Sin embargo, su imagen en el barrio todavía genera extrañeza. Un asador castellano frente a un salón de belleza con el rótulo en caracteres asiáticos. Contrastes.

Es difícil no compartir el tópico de que la comunidad china en Zaragoza es cerrada, igual que pasa en otras partes de Europa. En muchos comercios en los que se entró a pedir algún detalle la respuesta siempre fue evasiva, sin embargo, como pasa con todas la generalizaciones, es difícil sostener la misma afirmación en todos los contextos. Eso defiende la impulsora de la activa asociación hispano china Wukong, Yan Guo. No se debería olvidar que según los últimos cálculos hasta 5.000 chinos viven en la ciudad, sin contar los orientales llegados de otros países.

Sobre el precario Chinatown de la calle Delicias tiene una opinión clara. Se mantiene solo gracias a que los alquileres no han subido. Además existe una gran densidad de población «ideal» para poner en marcha negocios, algo que no se encuentra en el centro. Ademas, muchos de los establecimientos están pensados para que compren los propios inmigrantes en un modo de combatir la nostalgia y seguir aferrados a sus costumbres. «Llevo muchos años en Zaragoza y a veces nos apetece comer lo que hemos conocido de siempre», asegura.

A juzgar por las estanterías repletas del supermercado asiático Xinhua el consumo de productos orientales entre las familias llegadas de china no es algo puntual. «Lo que más se vende, con diferencia, son los fideos», asegura la dependienta Flor Chin. La rotulación de su uniforme está hecha con caracteres orientales.

Zumo de coco

Además de las pastas, también triunfan los dulces, las chocolatinas y los refrescos de importación. Sobre todo un zumo de coco que viene en una lata negra con llamativas letras amarillas. «Mucha gente lo compra», manifiesta. ¿Y qué se llevan los zaragozanos que entran al local? Pues sobre todo noodles preparados para hervir y comer. Aunque algunas personas más familiarizadas con la cultura oriental descubren en estos comercios un filón para saciar su curiosidad. Es el caso de Vicente Trasobares, muy aficionado a los caramelos de jengibre que solo se encuentran en esta calle.

Yan Guo no cree que en Zaragoza se acabe oficializando una zona como barrio chino, sobre todo debido a la gran movilidad de la migración que procede de su país. No existe el arraigo suficiente como para crear una comunidad y los lazos que se desarrollan casi siempre son temporales. Es difícil que algún día se levante un arco paifang en la calle Duquesa de Villahermosa.

Como profesora de chino tiene una gran relación con otros empleados de la academia en la que ejerce. «Los chinos somos muy simpáticos, muy hospitalarios, pero las generaciones más mayores se han encontrado con un gran obstáculo con el idioma, pues solo han aprendido las palabras necesarias para sacar adelante sus negocios»

El coronavirus también ha llevado a la comunidad china a ofrecer su solidaridad, amparados en la experiencia que lograron tras los primeros brotes. Se han donado mascarillas, se han celebrado actos de unidad.

En la parafarmacia frente al café Americano saben lo que ha sido lidiar con esta crisis. Uno de sus productos estrella, según su dependienta Lijuan Xu, están siendo los cubrebocas que traen desde Corea. Y la propietaria, Hen Zhen Wang, explica que parte de su función es enviar productos europeos a los familiares de los chinos que residen en Zaragoza. Allí tienen la impresión de que son más fiables. Relaciones de ida y vuelta.

Con la próxima celebración del año nuevo la vida social se multiplicará en este barrio. Poco a poco los zaragozanos también se unen a sus fiestas y propuestas, pues varias asociaciones culturales están trabajando en la divulgación y difusión de sus costumbres. Unas fiestas, unas melodías y una nostalgia que también se notará en otros barrios de la ciudad, pues como la propia Yan Guo sostiene en su voluntad de alejar tópicos, todo los empresarios que se han enriquecido trabajando en Zaragoza se han mudado a los chalets de Montecanal.