Entrevista | María Jesús Luna Serreta Directora de la Fundación SIP

“La desinformación y el miedo son obstáculos para la democracia”

Fiel a su costumbre, la Fundación Seminario de Investigación para la Paz acaba de publicar su libro anual

Es una obra colectiva con artículos de los ponentes que el año pasado intervinieron en su ciclo de conferencias

Tanto el ciclo del 2022, como el libro del 2023, están dedicados a la ‘Comunicación para la convivencia’

María Jesús Luna, en la presentación de su libro 'Comunicación para la convivencia'.

María Jesús Luna, en la presentación de su libro 'Comunicación para la convivencia'. / Ángel de Castro

Mario Gracia

El Seminario de Investigación para la Paz presenta nuevo libro. ¿A qué responde esta tradición anual?

Nuestra denominación viene precisamente del seminario anual a través del cual nos hemos dedicado a poner el foco, a lo largo casi 40 años, en contextos internacionales o situaciones donde identificamos un quebranto de la convivencia, pero también a analizar el papel de los distintos componentes del ecosistema de la paz que pueden favorecerla, como la educación, la cultura y la comunicación. Identificamos problemas, pero también ofrecemos propuestas y alternativas. El ciclo se desarrolla en distintas sesiones con dos ponentes, y esas ponencias se convierten en los artículos que dan lugar a los libros, disponibles en nuestra biblioteca y nuestra web.

¿Por qué eligieron la comunicación para la convivencia como hilo conductor de las sesiones del 2022?

La necesidad de recuperar la convivencia humana, amenazada hoy por la crispación, la polarización y los intereses ciegos, obliga a considerar el papel de la comunicación. Parece que solo es cierto lo que aparece en los medios. Por eso están llamados a ejercer de mediadores con la realidad, a través de una información veraz, una opinión plural y una pedagogía que ayude a comprenderla. Pero, además, ahora los ciudadanos no son meros espectadores, sino actores de la historia, por los importantes cambios tecnológicos y sociológicos que desbordan la problemática de los medios tradicionales. Y los nuevos condicionantes empresariales y políticos no siempre favorecen una comunicación constructiva. El ciclo que ha dado origen a este libro forma parte de un proyecto más amplio en el que abordamos la convivencia amenazada y la reconciliación, que concluye con el papel de la comunicación en los retos de una sociedad plural y compleja.

¿Cómo influyen las tecnologías sobre la comunicación como factor de convivencia?

Las tecnologías han acortado las distancias, lo que lleva a la aceleración informativa y a un inmenso número de impactos, y esa ‘infoxicación’ nos impide procesar a través de la razón todo lo que recibimos. Han cambiado el lenguaje mediático. Recibimos un flujo continuo de contenidos fragmentados y simplificados. La inmediatez, atemporalidad, presentización y redundancia son la tónica. Lo excepcional –catástrofes y acontecimientos traumáticos o llamativos, aunque banales- acapara el foco, con el consiguiente desvío de la atención de las cuestiones relevantes. Esto genera insensibilización y parálisis.

¿Tiene algún efecto positivo esa democratización de la comunicación?

Los tiene. Así como hay personas que generan desinformación, otras generan contenidos pedagógicos, artísticos o científicos de manera altruista. Grupos de personas que se encontraban aisladas han encontrado escucha y participación en espacios adaptados a sus necesidades y capacidades. Gracias a las tecnologías existe un gran potencial creativo, una gran diversidad de medios y acceso a recursos y herramientas pedagógicas adaptadas a diferentes personas.

¿Sigue siendo importante para la convivencia el papel de los medios tradicionales?

La preocupación por la creciente polarización y el papel que en la misma están jugando los medios de comunicación y las redes sociales es coincidente en muchos de los autores. Se da la paradoja de que, cuando existen más posibilidades técnicas para la comunicación que nunca, crecen peligrosas brechas y nichos de incomunicación entre amplios sectores sociales. En el libro se identifican las dinámicas que alimentan la polarización y los ingredientes del caldo de cultivo social e institucional que la sostienen. El cuestionamiento de la racionalidad y la ciencia también explica el auge de las noticias falsas. El ensalzamiento del pensamiento irracional y el interés por los sentimientos por encima de los hechos se ve alimentado por la cultura de las redes sociales y está llevando a una trivialización de los medios y las audiencias.

En ese escenario, ¿todavía ofrecen algún refugio la ética periodística y el derecho a la información?

Desde luego, hay magníficos profesionales que no solo hacen buen periodismo, sino que reflexionan con autocrítica sobre los condicionantes del momento, como hacen en este libro. No obstante, esto no solo es una cuestión de ética, sino de condiciones laborales. La verificación de las noticias lleva tiempo, esfuerzo y recursos. Es necesario que existan incentivos sociales y económicos para que esta información de calidad pueda producirse. El derecho a y de la información está conectado con otros, como el derecho a la libertad de pensamiento, y para que ambos sean posibles se necesitan noticias veraces.

¿Está la democracia en peligro?

El papel de los medios de comunicación en las democracias es un hilo conductor en el conjunto del texto. La mayoría de los autores coinciden en la necesidad de defender el papel que la comunicación debe jugar en la democracia y en la sociedad. Lo sucedido en el asalto al Capitolio de EEUU se analiza como ejemplo paradigmático de cómo las redes sociales han hecho cambiar la posición del periodista y el fenómeno de la desintermediación. Las noticias falsas, las cámaras de eco y otros fenómenos crecientes van afectando al contrato social que, en las democracias, se fundamenta en elecciones racionales. La desinformación y la movilización de emociones, como el miedo o la angustia, son obstáculos para la democracia.

¿Qué papel juega el periodismo en la construcción de una cultura de paz?

El trabajo periodístico en las crisis humanitarias se ha visto condicionado por los cambios en el sistema de los medios de comunicación y ha afectado a la relación entre estos y las víctimas, ya que priman la emoción y el voyerismo. Visibilizar a las víctimas requiere respeto, que sirva para hacer justicia y contribuya a las soluciones. Los medios son esenciales en las guerras, pero el papel de los periodistas se ve comprometido por los cambios tecnológicos y conceptuales a los que están sometidos. Es difícil hacer visibles los procesos de paz, pero el periodismo puede ser parte de una diplomacia preventiva.