CICLISMO

¡Goddet paga!

Ni siquiera el mistral, famoso por sus visitas al pelotón en esta zona, hizo acto de presencia para amargar el día a los mafiosos.

Jasper Philipsen cruza la meta en la etapa de este martes.

Jasper Philipsen cruza la meta en la etapa de este martes. / TOUR DE FRANCE

Cuando la juerga dura dos días con máxima intensidad como la vista en los Pirineos, la resaca precisa de al menos otros dos días. Por eso la etapa de ayer se añadió a la jornada de descanso e hizo del recorrido por las proximidades del Mediterráneo un balneario sobre pedales. Ya se habla de una mafia del pelotón que controla situaciones y prohíbe incluso las escapadas baldías con hombres de paja que buscan rentabilizar publicitariamente sus colores. 

Sea como fuere podían tener un poquito de disimulo. Ni siquiera el mistral, famoso por sus visitas al pelotón en esta zona, hizo acto de presencia para amargar el día a los mafiosos. De lo que no se libró el pelotón fue de las continuas rotondas, siempre más grandes y numerosas en las carreteras costeras. Girmay fue atrapado por su peligro y no tuvo opción a la última opción de la carrera para los llegadores. Al menos la canícula puso un poquito de molestia al tron-tron del pelotón. 

En esta zona los ciclistas asaltaban los bares al grito de ‘¡Goddet paga!’ Y se metían hasta las grandes neveras de hielo de los bares (Goddet era el director del Tour). Pero un día, camino de Nìmes, un propietario de bar, cuando los ciclistas estaban en su nevera, harto de los asaltos, cerró la puerta dejando encarcelados a unos cuantos, que no pudieron salir hasta que fue Monsieur Goddet y pagó.