El Tour de Francia

La opinión de Ángel Giner. Sufrimiento supremo en el Tour

Evenepoel, integrante de esta fantástica generación de niños prodigio que domina el ciclismo internacional, sacó su esencia para obtener su primera victoria en el Tour en una crono que no aportó mucho, salvo mayor emoción y paridad para la carrera

Evenepoel, en el podio celebrando su victoria en la crono.

Evenepoel, en el podio celebrando su victoria en la crono. / EFE / LUDBROOK

Es una lucha contra uno mismo. Es un registro de potencia. Es un culto a la aerodinámica. Es un reto para ver quién lame mejor las pancartas. Es un examen de técnica entre todos. Es un estado de sufrimiento supremo. Es en definitiva la contrarreloj. A la cita contra el tiempo acuden con avaricia los que optan al podio y los especialistas en la modalidad. Todos ellos no dejan en su cuerpo un gramo de fuerza porque en el enfrentamiento hay más que honor.

Hay en juego un puñado de bitcoins llamados segundos que tienen un valor extraordinario en el mercado de la carrera para los aspirantes al podio final, en esta ocasión, en Niza. Evenepoel, ese niño sabio, integrante de esta fantástica generación de niños prodigio que domina el ciclismo internacional, sacó su esencia para obtener su primera victoria en el Tour en su participación de estreno.

En la Vuelta le vimos pasarlas canutas en la montaña. Aquí está por ver. Y a su rueda tres ciclistas estelares (Pogacar, Roglic y Vingegaard) todos ellos en una puñado de segundos en la general que van a dar emoción a esta edición que no para de dar sobresaltos de calidad. En definitiva, la crono no aportó mucho, salvo mayor emoción y paridad para la carrera, que no es poco, sobre todo para los que nos embutimos en el sofá cada sobremesa.