El exciclista Miguel Poblet, el primer español de la historia en enfundarse el maillot amarillo del Tour y en ganar la Milán-San Remo, falleció ayer a los 85 años en Barcelona debido a una insuficiencia renal y una infección generalizada. Considerado el mejor ciclista catalán de todos los tiempos y uno de los pioneros de este deporte en España, Poblet, nacido en Montcada i Reixac (Barcelona) en 1928, empezó a competir en 1944, cuando con apenas 16 años logró una licencia federativa. Lo hizo durante casi dos décadas, hasta 1962.

Una pasión que le llegó desde la cuna, cuando pasó su infancia entre pedales y manillares. Su padre, Enric, poseía una tienda de bicicletas en su localidad natal, Montcada. En aquel taller, el pequeño Miquelet descubrió un mundo que le acompañaría toda su vida. Revolucionario e innovador en su técnica, este esprinter se convirtió en leyenda a partir de mediados de los años 50, no solo entre los aficionados locales, sino en el extranjero, y muchos años tuvieron que pasar para encontrar una figura similar en el ciclismo español.

En 1955 se convirtió en el primer español en enfundarse el maillot amarillo del Tour y, al año siguiente, fue el primer ciclista en sumar victorias de etapa en las tres grandes rondas, el Tour, el Giro a Italia y La Vuelta. Un palmarés en el que acumuló 62 victorias en total y en cuyas vitrinas destacan también dos Voltas a Catalunya, tres campeonatos de España de montaña y siete campeonatos de España de velocidad, así como veinte victorias de etapa en el Giro, tres en el Tour y tres en la Vuelta.

Pero si algo encandilaba a Poblet eran las clásicas. Destacó especialmente en la prueba Milán-

San Remo, que conquistó en dos ocasiones, en 1957 y 1959, siendo el primer español en lograrlo y ganándose la admiración de los seguidores italianos. De aquellas carreras quedan en el recuerdo sus duelos contra míticos rivales como los belgas Van Steenbergen y Van Looy, el francés Darrigade o su compatriota Bahamontes. Su gran espina clavada fue, en este sentido, la exigente París-Roubaix, que se le escapó por pocos centímetros.

La Flecha amarilla, apodo que le atribuyeron cuando lideraba el equipo Ignis, fue uno de los sobrenombres que recibió a lo largo de su trayectoria. En tierras italianas le llamaron Il gato magico o Mig, en referencia a los veloces aviones militares rusos.