Entrevista |

Julio Llamazares: "La vida es como una novela cuyo final conocemos y no nos gusta"

El escritor ha presentado su nueva novela 'Vagalume' en la librería Cálamo de Zaragoza

Julio Llamazares, este jueves, en el Hotel Reino de Aragón de Zaragoza.

Julio Llamazares, este jueves, en el Hotel Reino de Aragón de Zaragoza. / Jaime Galindo

Álvaro Jordán

Álvaro Jordán

El escritor Julio Llamazares ha regresado al género novelístico con 'Vagalume', que ha presentado este jueves en la librería Cálamo de Zaragoza. Se trata de una novela de suspense que habla de esa vida secreta que todos tenemos. Pero que también reflexiona sobre la pasión de escribir, y de todos aquellos heraldos que crean vida, como luciérnagas en la noche, mientras el resto de las personas duermen.

Vuelve a la carga con su séptima novela ¿Qué sensaciones tiene tras su publicación?

Aunque lleva poco en el mercado, la sensación que estoy teniendo es muy buena. El libro está recibiendo mucha acogida. Aparte, haberlo presentado en Cálamo completa una especie de círculo interno que tenía, porque también presenté con ellos 'La lluvia amarilla'. Ha sido un viaje de vuelta al origen. 

Resulta claro que ‘La lluvia amarilla’ es su obra insignia como autor. ¿Qué representa para usted después de tantos años?

'La lluvia amarilla' supuso mucho más de lo que yo podía imaginar, ya que la publiqué en una época en la que nadie quería mirar hacia el mundo rural en España. La Movida estaba en auge y resultaba de mal gusto hablar de temas como el campo y la despoblación. 

No contaba con ese impacto tan grande.

Para nada. Esta obra la veía como el monólogo de un hombre moribundo y solitario en una aldea remota del Pirineo. Pero, por mayor o menor fortuna, tocó una fibra que anidaba en las millones de personas que lo leyeron. Sentían que habían vivido algo parecido. Le debo muchísimo a 'La lluvia amarilla', fue la novela que, por decirlo de alguna manera, me consagró como escritor.

¿Y cree que con ella está más vinculado a Aragón que a otras comunidades autónomas?

Desde luego. Es una obra que me ha hecho aragonés, me ha traído muchas veces a Aragón y me ha dado muchos amigos. Se supone que la patria de un escritor es su literatura. Por esa regla, parte de mi patria es Aragón y sus Pirineos. Sin ningún intento de adulación a esta tierra o a sus habitantes, por supuesto.

Volvamos a ‘Vagalume’, una historia que comienza con una cita de Faulkner. La frase plantea elegir entre la nada y la pena, y usted elige la pena. ¿Por qué?

Elijo la pena porque es lo que hemos elegido todos los que estamos aquí. Los que han elegido la nada se han ido. Pero esta frase también tiene un sentido metafórico entre el éxito y la felicidad. Generalmente nos educan para vincular el éxito con la felicidad, pero no es algo que vayan de la mano necesariamente. Hay gente que solo necesita su propio éxito personal, sin que nadie le reconozca nada para ser feliz. Mientras que otras personas pueden tenerlo todo pero sentirse desdichadas. La novela reflexiona sobre este tema junto a muchos otros, en relación a la profesión del escritor y del periodista. Que muchas veces suelen ser las dos caras de una misma moneda. 

'La lluvia amarilla' me consagró como escritor. Es una obra que me ha hecho aragonés.

Entre esas reflexiones, también habla sobre lo que ha hecho cada uno con su tiempo.

Al final, dedicar tu vida a escribir no es algo normal para el resto de la gente. Dedicas tu recorrido profesional a estar solo en la oscuridad de la noche, donde vagas como una luciérnaga, un ‘vagalume’. Es una palabra sugestiva, escrita en gallego, que habla de cómo los escritores somos las pequeñas luces que habitan en la noche.

Mientras el resto duerme o sale por ahí, ustedes están en su dimensión literaria.

Es como una pequeña placenta: no hay teléfono, tu familia duerme y nadie te molesta; además, yo funciono mejor por la noche. Te permite soñar despierto para crear, pero también te hace reflexionar sobre si estás loco, sobre por qué has dedicado tu vida a «mentir» y crear historias en vez de estar ahí fuera con el resto de la gente mientras ves pasar sus vidas. Esa es la pregunta fundamental del libro: por qué se escribe, para qué se escribe y para quién se escribe. Unos temas que hago girar en torno del protagonista de la historia, en una trama de suspense sobre las vidas públicas, privadas y secretas de cada uno. La faceta pública es la que ve todo el mundo, la privada la que solo ve tu círculo más íntimo y la secreta aquella que no compartes con nadie.

¿Por qué cree que todos tenemos una faceta secreta?

Supongo que, al final, es por una suma de razones o porque no sabemos cómo compartir esa parte de nosotros. La vida secreta es como el magma del volcán de nuestra vida. Pero que sea secreto no significa que se oculte algo malo necesariamente, sino que es el núcleo de nuestra persona. Y no sabemos cómo sacarlo hacia fuera. 

Una cuestión que usted ahonda a través del personaje de Manolo Castro, el maestro periodístico del protagonista, y su colección de novelas secretas. ¿Cómo surgió la historia de esta obra?

Surge a partir de la vida secreta que tenía mi primer editor. Cada una de mis novelas se crea por una moción en concreto, y esa fue la que impulsó 'Vagalume', la que me hizo cuestionar qué he hecho con mi vida dedicándola a escribir. Esa historia comenzó cuando me enteré que el primer hombre que me había editado las novelas guardaba una colección de libros y guiones de cine que había creado en secreto. Este hombre era el editor más poderoso de España en aquel momento, podría haber publicado todo lo que hubiese querido. Y, en cambio, se negó a sí mismo como escritor. No dejó de escribir, pero dejó de publicar.

Usted se ha planteado con esta obra la razón de su dedicación a la escritura. ¿Ha llegado a encontrar una respuesta después de publicar la novela?

Es una pregunta que, por mucho que me haga, no le encuentro respuestas. Lo único que te puedo decir es que, desde que tengo uso de razón, he estado escribiendo y fantaseando en mis mundos imaginarios, como hacía Don Quijote. Miguel Delibes decía que una vez que agachas la cabeza para escribir, a lo que alzas la vista del escritorio ya te has hecho viejo. Y es verdad, pero, a mis 68 años, puedo decir que yo lo he hecho viviendo siempre la pasión que ha supuesto para mí la literatura.

Usted dijo que se lee para entender la vida. ¿Qué mayor lección de vida le ha dado la literatura?

Que la literatura y el arte son el consuelo de la vida, de las pérdidas y de los sinsentidos. La vida es una novela en la que conocemos su final, y no nos gusta. Sin embargo, la vivimos con toda la pasión que tenemos. Y eso es con lo que hay que quedarse, con ese sentimiento terapéutico.

¿Qué será lo próximo?

Tengo pensado un libro de viaje que acontezca en Teruel, en homenaje al viaje de guerra que mi padre realizó desde León hasta Castellón. El título es provisional, y tiene que madurar como la fruta, pero me gustaría llamarlo 'El viaje a mi padre'