SUCESOS EN ARAGÓN

La Fiscalía reitera la "premeditación" del ataque contra el patriarca de un clan en La Muela

Las acusaciones sostienen que el sicario y el resto de los acusados idearon conjuntamente un plan con "minuciosidad" para matar a su actual pareja

Un sicario justifica una agresión como un "escarmiento" al patriarca de un clan en La Muela

Dolores H. J., y el resto de procesados, en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza.

Dolores H. J., y el resto de procesados, en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza. / JAIME GALINDO

La segunda y última sesión del juicio que ha sentado en el banquillo de los acusados a un clan por encargar la muerte de la actual pareja del patriarca se centró este martes en debatir la calificación jurídica y la autoría de la agresión que presuntamente cometió un sicario –David P. M. (España, 1978)– con la pata de madera de una mesa. Los forenses tildaron de «no complicadas» las heridas que sufrió la víctima en la cabeza, pero aseguraron que el arma empleada habría sido suficiente para acabar con la vida de una persona porque «podría haberle producido fracturas y lesiones orgánicas». Fue un factor al que se aferraron las acusaciones para sostener que los cincos acusados son autores de un delito de homicidio en grado de tentativa porque, reiteraron, todos ellos participaron «de una forma u otra» en el plan.

Estos fueron los postulados que defendieron desde el ministerio fiscal y la acusación particular a cargo de la abogada Olga Oseira, para quienes no existe ningún tipo de duda de la «premeditación» del encargo de la muerte al sicario por parte de la expareja del patriarca –Dolores H. J. (España, 1952)–, sus nietos –Ricardo F. H. (España, 1988) y Epifanio F. H. (España, 1988)– y la pareja del último de ellos, María Ángeles R. G. (España, 1997). Las penas ascienden hasta los nueve años de cárcel.

«Fue un ataque preparado con minuciosidad, la premeditación era muy seria, pero finalmente las cosas no salieron como quisieron. La intención que existía era la de acabar con la vida de esa persona», aseveró la fiscal. «No se consiguió por la intervención de terceras personas», añadió Oseira en relación a la participación de varios vecinos del pueblo para disuadir al agresor y posteriormente retenerle hasta la llegada de la Guardia Civil.

Pero los abogados defensores, por su parte, reiteraron que solo el mercenario –defendido por Juan José Serra– merece reproche penal y, en su caso, como autor de un delito de lesiones a tenor de la declaración que prestó el lunes al explicar que él solo quería dar «un escarmiento» y «un susto». José Cabrejas, en representación de la abuela y de uno de los nietos, alegó que no ha quedado acreditado que este último se pusiera en contacto con el sicario desde una cárcel francesa para encargar la muerte de la nueva pareja de su abuelo.

Por parte de Epifanio y su expareja, sus abogadas –Soraya Laborda y Marina Ons– defendieron que ambos eran ajenos a las intenciones delictivas del mercenario, a quien trasladaron en coche desde el centro comercial de Grancasa hasta La Muela