COMERCIO

Las heladerías de Aragón suben sus precios hasta un 10% por la inflación

Materias primas como el cacao duplican su precio habitual, lo que perjudica a un negocio también afectado por las altas temperaturas que se registran estos días

Una clienta frente al escaparate de la heladería Amorino.

Una clienta frente al escaparate de la heladería Amorino. / Miguel Ángel Gracia

Lucía Mañez

Con la llegada del verano, las heladerías de Zaragoza viven su momento álgido de la temporada, pero este año lo hacen con un sabor agridulce. Los costes de producción de estos negocios se han disparado por el encarecimiento de las materias primas. A pesar de ello, el precio del helado no ha experimentado grandes cambios de cara al cliente gracias a que los propietarios no han repercutido todo el impacto de sus mayores gastos. Ricardo González, dueño de la Heladería Ferrara, situada en el paseo de Fernando el Católico, comentaba con agobio que se están «dejando la piel» para que el cliente no note la subida en más de «10 o 15 céntimos».

Algunas heladerías como Tortosa, en la calle Don Jaime, han diseñado un método para que sus clientes no perciban el abrupto efecto de la inflación: «Cada año subimos diez céntimos el valor del helado, siempre intentamos ajustar los precios un montón», explica Elena Godoy, trabajadora de este establecimiento. Otros negocios como Helados Italianos Aldo, también en la calle Don Jaime, se han visto obligados a subir sus precios más de lo que les hubiese gustado: «Hemos tenido que subir los precios casi un 10%», señala Aldo Tonón, dueño del comercio.

La subida del valor del cacao es el aspecto que más preocupa a las heladerías zaragozanas y, en este caso, tiene poco que ver con la inflación. El propietario de Helados Italianos Fuoli, negocio ubicado en Gran Vía, comenta a este diario que «el año pasado pagábamos unos 10 euros por un kilo de cacao puro, mientras que este año están siendo 21». Esta subida histórica del valor de materia prima se debe al virus de los brotes hinchados, una epidemia que está atacando a los cultivos de Ghana, provocando pérdidas de la cosecha de entre el 15% y el 50%. Al fin y al cabo, casi el 50% del chocolate mundial procede de árboles de cacao de de este país y de Costa de Marfil, ambos de África Occidental.

«Nos da miedo terminar la temporada sin helado de chocolate», asegura una trabajadora de Helados Italianos Fuoli, L. Rodríguez.

Además, el calor extremo que caracteriza el clima de estos meses en Zaragoza desde hace años perjudica a las ventas de las heladerías. «El cambio climático está afectando negativamente al negocio. El extremado calor de Zaragoza en verano provoca que la gente no salga apenas de casa o que se escape a la playa», apunta con preocupación Tonón.

Para que el cambio climático no afecte a las ventas diametralmente, algunas heladerías como Tortosa creen haber encontrado la solución: «Ahora también abrimos en invierno, quizás ese sea el motivo de que nuestras ventas se mantengan estables, independientemente de la temperatura».

Al parecer, puede que la conexión que existe entre el helado y el verano se reduzca con el tiempo a un mito, dado que casi todos los trabajadores de las heladerías de la comunidad afirman que desde hace años obtienen muchos más beneficios en los meses de temperaturas más moderadas que en pleno verano. «Marzo, abril, mayo y junio son los meses con mejores resultados, luego ya se sestabilizan. Sigue habiendo trabajo pero es más sosegado», afirma la zaragozana González .

Algunos clientes haciendo fila en Helados Tortosa ayer por la tarde.

Algunos clientes haciendo fila en Helados Tortosa ayer por la tarde. / Miguel Ángel Gracia

Por otra parte, el tipo de turismo de Zaragoza «no da apenas beneficios al negocio porque es muy efímero», explica González. Según Aldo Tonón «En primavera hemos visto más turistas que en verano, lo que se nota muchísimo en las ventas».

Sea como sea, el sector heladero afronta con actitud positiva la situación de los próximos meses. «Creemos que va a venir más gente que el año pasado. Hay filas larguísimas de gente casi todos los días de la semana. Los fines de semana no damos abasto. No tenemos ninguna tregua a lo largo del día», relata Godoy mientras atiende a una clienta.