POLÍTICA SOCIAL

La conciliación de las madres solas en verano: "Nos sentimos invisibles"

Compaginar el trabajo con la crianza de los hijos en vacaciones resulta «muy complicado» para muchas de estas mujeres que no se pueden permitir gastos extra

Algunos de los niños que participan en las colonias de la fundación de Amasol, durante una excursión. | FUNDACIÓN AMASOL

Algunos de los niños que participan en las colonias de la fundación de Amasol, durante una excursión. | FUNDACIÓN AMASOL

Lucía Mañez

Llega el verano y con él también el cierre de los colegios. Ese momento es el más esperado por todos los niños, pero, en muchas ocasiones, también el «más comprometido» para las madres solas. Estas mujeres deben conciliar su vida laboral con la crianza de sus hijos, pero muchas veces no saben ni cómo empezar a hacerlo. Algunas de ellas cuentan a este diario que no tienen los recursos suficientes como para poder pagar por el cuidado de sus hijos, ni tampoco la capacidad financiera como para trabajar menos y poder pasar más tiempo con ellos. Se sienten «solas» y piensan que la sociedad las ha «silenciado».

Un ejemplo de ello es el caso de Beikis, una mujer que vive en Zaragoza y que ha vivido en su propia piel cómo el mundo laboral trata a las madres solteras. Ella tiene un hijo de 7 años. «Me echaron del trabajo por quedarme embarazada y mi pareja me abandonó. Me quedé en el aire, sin palabras», recuerda angustiada. Empezó a trabajar 16 días después de dar a luz y desde entonces no ha parado de luchar por sacar a su hijo adelante. Sin embargo, cuando llega verano, inevitablemente siente angustia ante la incertidumbre de no saber qué hará con su hijo: «Me levanto todos los días a las tres de la mañana para ir a trabajar. Si ya es difícil encontrar a alguien que pueda cuidar de mi hijo de día por poco dinero, de madrugada es imposible».

Otra de las mujeres que sufre las dificultades de la conciliación en verano es Francis Miranda, quien está trabajando en la Fundación Amasol de Zaragoza gracias a los cursos que ofrece el Inaem llamados programas experienciales, los cuales combinan la formación y el trabajo. La entidad aragonesa Amasol apoya a muchas madres solas, les ayuda a recibir un sueldo y también les proporciona un sitio donde dejar a sus hijos sin costes. «Es imposible en mis circunstancias contratar a alguien para que cuide de mis hijos en verano, porque si lo hiciese estaría renunciando a la mayor parte de mi sueldo y no me lo puedo permitir», explica Miranda.

Francis es de Nicaragua, por lo que tampoco cuenta con el apoyo de su familia para la crianza de sus hijos. Esta mujer siente el deber de reivindicar su situación y la de otras tantas mujeres: «No tendría que ser tan sumamente complicado encontrar un trabajo que nos permita realizarnos como profesionales y a la vez como madres. Parece que tenemos que elegir entre la maternidad o la vida laboral».

Tanto Beikis como Francis coinciden en muchas partes de sus testimonios. Están «cansadas», se sientes «invisibles» y exigen «un mayor acompañamiento por parte de la sociedad y de las leyes». Ambas han pedido múltiples subvenciones, pero pocas veces se las han concedido. Es más, las veces que se han atrevido a solicitar ayuda se han sentido «juzgadas».

«Me tratan como si estuviese pidiendo algo que no me pertenece. Cuando me he visto sin trabajo he rechazado la idea de pedir una subvención por la forma en la que me han tratado. Siempre me cuestionan», comenta Beikis resignada. Estas mujeres solo quieren que la sociedad las acompañe, las tenga en cuenta, aún más en momentos donde la conciliación es tan compleja como lo es en verano. 

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