CASA REAL

Despedida de Leonor | Como cantaría Manolo Escobar: la gente aclama al diestro con fervor

Los oficiales, eufóricos, al lanzar su boina al aire cuando el rey Felipe VI ha llamado a romper filas en la Academia General Militar de Zaragoza.

Los oficiales, eufóricos, al lanzar su boina al aire cuando el rey Felipe VI ha llamado a romper filas en la Academia General Militar de Zaragoza. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Era el día. El aura festiva que rodea a las grandes citas se palpaba en los prolegómenos de la ceremonia cuando los oficiales vociferaban en los pasillos antes de entrar a formar en el Patio de Armas para recibir los reales despachos de empleo en la Academia General Militar de Zaragoza. Empezaron los cánticos con esa coletilla manida de ¡al año que viene...! y que seguía con la inventiva de los militares, eso sí, respetuosa en las formas porque de todo se ha oído en estos ambientes festivos. Los padres, los hermanos, las novias y los demás allegados no querían perderse ni el más mínimo detalle, aunque todo sea dicho, hubo quien apuró hasta el último momento para ocupar su sitio en el palco. Unas tribunas que, vaya la imaginación por delante, emulan a los grandes cosos taurinos, más aún cuando desfilaron los oficiales y el público se levantó de sus asientos para ovacionarles como si de una vuelta al ruedo se tratase.

Y es que lo hicieron entre vítores y palmas, muchas palmas, una vez ya se había interpretado el himno nacional, aquella marcha que abre las sesiones taurinas con el protocolario desfile de los toreros y del resto de componentes de las cuadrillas. El tendido de sombra, de hecho, respiraba ayer tranquilo y al tendido de sol le echaba un capote el cierzo cuando le daba por soplar a ráfagas. Entre medio, algunas gafas de sol y otros abanicos, aunque nada de combinados de ginebra con tónica ni whisky con coca cola.

Mandó a romper filas el Rey y todos lanzaron sus boinas al cielo para abrazarse entre un mar de vivas a la nación, al monarca y a la Princesa. No cabía más alegría en ese rincón ni tampoco se podían escuchar más aplausos y felicitaciones de quienes pronto saltaron al ruedo para abrazarles y tomarse fotos con un ídolo que pronto tendrían de vuelta en casa. La gente aclamaba a los diestros con fervor, que cantaría Manolo Escobar. Pues eso. Que parecía que La Misericordia había abierto la puerta grande para postrarse ante los héroes de la sesión matinal, que no vespertina. Leonor, por cierto, ya sabía qué era eso de salir a hombros por la puerta grande porque así lo ha vivido en todos los actos desde su llegada a Zaragoza. Ayer, otra vez. ¡Qué día! ¡Qué temporada!