Durante mucho tiempo se ha venido creyendo la versión oficial, avalada, sobre todo, por historiadores británicos, de que Adolf Hitler y su mujer, Eva Braun, con la que acababa de contraer matrimonio, se suicidaron en su búnker de Berlín, el 31 de abril de 1945.

Un investigador español, Eric Frattini, especializado en los servicios secretos, ha indagado en la documentación existente lanzando de nuevo al aire la pregunta que da título a su nuevo ensayo, recién aparecido en librerías: ¿Murió Hitler en el búnker? (Espasa). ¿O bien consiguió huir y ocultarse en el santuario nazi de Argentina, país que a tantos de sus oficiales cobijó?

Frattini comienza recordándonos lo que los principales líderes mundiales afirmaron entonces sobre este enigma.

Stalin: "Pienso que Hitler está vivo".

Eisenhower: "No hemos sido capaces de descubrir la más pequeña evidencia tangible de la muerte de Hitler".

Zukhov (el general ruso que conquistó Berlín): "No hemos encontrado ningún cadáver que pudiera ser el de Hitler".

Thomas Dodd (fiscal del Tribunal de Nuremberg): "Nadie puede decir que Hitler esté muerto".

Documentos del FBI, el KGB, el Pentágono o el servicio secreto israelí, el Mosad, insistieron una y otra vez en que de ninguna manera podía descartarse que el Fhürer hubiese sobrevivido y escapado al cerco de acero de Berlín. Tales sospechas se reforzaron cuando las pruebas de ADN a que fueron sometidos fragmentos óseos supuestamente pertenecientes a Hitler dieron resultado negativo.

A esas advertencias, tal como nos recuerda ahora Eric Frattini, pueden y deben sumarse multitud de indicios, desde las contradicciones entre los testigos que rodeaban al matrimonio Hitler al misterioso vuelo que unos días antes del supuesto suicidio protagonizó Hanna Reitsch, una de las aviadoras alemanas más condecoradas y amiga íntima del Führer. Su avión partió de Berlín con rumbo desconocido y un pasaje incógnito. Los Hitler pudieron también escapar en el submarino U--277 que al mando del comandante Schäffer, asimismo de la máxima confianza de Hitler, atracó en el puerto de Buenos Aires pocos días después.

Un misterio que ha perdurado y que, tal vez, no se resuelva nunca.