--¿Qué se pretende con esta reforma electoral?

--Es el inicio del proceso de refundación. Cuando ocurrió todo lo que ocurrió en el mes de julio, surgió un movimiento imparable de los autores que tomamos la decisión de intervenir en nuestra entidad de gestión. En enero, habrá una nueva Junta Directiva que reemplazará a la actual que saldrá elegida de una forma más representativa ya que la base electoral va a ser mayor.

--¿Es una manera de borrar la herencia de Teddy Bautista?

--Es una forma de refundar la sociedad. Después de los acontecimientos de julio, muchos autores, como yo, que llevábamos mucho tiempo sin preocuparnos por la vida interna de la SGAE ni por su proceso de voto, nos damos cuenta de que los socios tenemos que asumir la responsabilidad para hacer una sociedad más eficiente y transparente. Nuestra labor debe ser algo más que cobrar los derechos y punto. Tenemos también que defender el derecho a la propiedad intelectual, algo que cada vez se ha cuestionado más por todas estas circunstancias negativas que han retroalimentado la mala imagen.

--¿Esta reforma es un lavado de imagen?

--Habrá que recuperar algo más que la imagen. Esa recuperación de la imagen tendrá que corresponderse con un nuevo estilo de gestión y nuevas medidas.

--¿Cómo cuáles?

--Habrá que revisar el canon digital, evitar propiciar torpezas como las que se han cometido con los eventos de carácter benéfico o con la recaudación de los derechos a los pequeños comercios... La buena imagen se tiene que corresponder con cambios reales, no vale solo con la intención.

--¿El que hayan estado tanto tiempo sin cuestionarse el funcionamiento interno de la SGAE puede que fuera debido a que vivían muy bien cobrando sus derechos de autor?

--La verdad es que, a efectos de recaudación y reparto, la SGAE funcionaba razonablemente bien. Teníamos un poco como el síndrome del telefonista. Estábamos tranquilamente en casa liquidando los derechos de autor que nos correspondía. Pero es que, además, con los derechos de autor pasa una cosa, que es la virtualidad. Uno nunca sabe la dimensión exacta de lo que te corresponde y pasa que siempre te suelen facturar los derechos cuando más los necesitas y menos los esperas. Es posible que todo esto nos distanciara de lo que estaba sucediendo. Por eso, ahora es necesaria una auditoría interna para descubrir cuánto dinero se quedó por el camino y ver en qué medida se cometió un fraude con los usuarios y empresarios que pagaron los derechos. Eso es lo primero que hay que reparar.

--Con esta reforma electoral, que tiene que ser aprobada por los socios en la asamblea del 30 de noviembre, pasan de tener derecho a voto 8.220 socios a 20.881, ¿será una SGAE de todos?

--Lo primero que hicimos fue un estudio comparativo con el resto de las entidades de gestión del mundo y todas se rigen por el voto ponderado, quién más recauda, más votos tiene. Esto se hace para compensar a los que más aportan a la sociedad, los que más contribuyen a que se mantenga. Después de esta reforma, seguimos con el voto ponderado, pero se abre mucho el acceso a los votos, se multiplica un 150%. En esta sociedad, somos 100.000 socios, de los que el 50% tiene un repertorio que no ha generado ningún derecho nunca. El universo que produce derechos de autor se reduce a 25.000 y, de esos, 20.000 forman parte del censo electoral. Si a eso le unimos que se elimina la condición de los avales, tenemos que la nueva Junta Directiva estará mucho más legitimada, y habrá más sufragio activo que pasivo.

--Suena un poco antidemocrático que el que no genere, no pague... ¿No sería como si un parado no pudiera votar el 20-N?

--La SGAE es una sociedad sin ánimo de lucro, pero con naturaleza económica. El voto ponderado no es un privilegio, es una compensación solidaria con los que aportan más dinero que son los que mantienen la sociedad.

--Esta reforma tiene que recibir el visto bueno del Ministerio de Cultura. ¿Temen que si hay un cambio de gobierno el 20-N, les tiren esta propuesta de refundación?

--No debería ocurrir. Estamos siguiendo caminos paralelos. El gobierno que salga del 20-N será consecuencia de la democracia y esta reforma es consecuencia de la democracia de los socios de la SGAE. No tendría sentido que el organismo regulador torpedeara este proceso de refundación. Es un movimiento imparable. Tanto el PSOE como el PP incluyen en sus programas la Agencia de la Propiedad Intelectual. Nada nos gustaría más que funcionara ese mecanismo regulador porque si bien yo tengo la culpa de no haber participado en la SGAE, el gobierno también tiene su parte. ¿Cómo hemos dejado entre todos que esto fuese ocurriendo?

--¿Qué le parece la denuncia que Teddy Bautista le ha interpuesto a la SGAE por despido improcedente?

--Este señor dimitió de su cargo, así que no le veo ningún sentido a que reclame una indemnización, por mucho que se guardara unos emolumentos de jubilación. Lo que demuestra es una desafección total por la SGAE, el daño ya está hecho y, ahora, nos toca corregir sus malas prácticas. Eduardo Bautista ha ganado mucho dinero durante estos años y, ahora, es un buen momento para que esté callado y tranquilo.

--Una de las medidas que se ha tomado recientemente es la desinversión en la llamada Red Arteria. En Zaragoza, la SGAE iba a construir un teatro, ¿está descartado el proyecto?

--La Red Arteria se creó en el año 2000 y está en la base de todo este problema. Era algo desproporcionado crear una red de teatros que no beneficiaba a los autores, no nos ofrecía una ventaja competitiva. Era una red que no era rentable y una dudosa operación inmobiliaria. Ahora mismo, por ejemplo, un teatro de la SGAE está programando El rey león, un espectáculo que no necesita que exista un teatro de la SGAE para programarse. ¿Qué sentido tiene tener teatros para esto? La SGAE debería tener una red cultural para promocionar el repertorio de sus socios y enseñar aquello que el mercado no puede asumir.

--Si se aprueba esta reforma electoral, las nuevas elecciones serán el 16 de enero, ¿se presentará Antón Reixa?

--Todo socio que tenga cinco votos se puede presentar.