Santiago Salvador estaba en todos los sitios en el Cross Jerónimo Zurita. Hablaba con los voluntarios, calentaba, dio el ramo de flores a la madre de Carlos Sebastián Fece, del que se celebró su decimoséptimo Memorial y salió en la carrera masculina en estampida, dando los primeros metros en cabeza. Salvador es el presidente del Club Jerónimo Zurita, el organizador de un cross que se celebra fuera de temporada y que se disputa a la sombra de la Aljafería. Es el sucesor hace dos años de José Luis Villalba, quien desde entonces ha desaparecido del mapa atlético.

La prueba ya tiene tradición y prueba de ello es que se disputaba su trigésimo tercera edición. Es una carrera familiar, que disputan desde los chavales de tres años hasta el mayor de los veteranos. Sobre un circuito de tierra y en una jornada que rozaba el calor, no faltaron los atletas del Simply Scorpio. También llegó una furgoneta con atletas del Intec Zoiti y también estuvo La Salle Teruel con Carlos Casas, su máximo dirigente, a la cabeza. "Después nos iremos a comer al Parque de Atracciones. Y la semana que viene organizamos el Cross Promesicas, que corren mil niños desde los cinco a los diez años", explicaba Casas.

Era una mañana para los corredores populares. Por eso no se echó en falta a los atletas de élite, ni a los corredores marroquís que buscan los preciados premios en metálico. Era la mañana de la familia y de los iniciados. Por ejemplo, Alicia Durán, una de las mejores mediofondistas aragonesas de finales de los noventa, corrió con unas amigas del barrio. "Hemos creado el Runners Girls. Confeccionamos una camiseta azul con una mujer a la espalda corriendo con una jarra de cerveza. ¡Pero es un club para amigas y veteranas!", exclamaba la animosa corredora veterana.

Lo de menos fueron los ganadores. Como dice el lema, lo importante es participar. Los primeros de las carreras de mayores fueron José Luis Matías y Sonia Arruti, pero lo mejor fue la masiva participación de 950 corredores que se lo pasaron pipa durante la mañana.

La guinda llegó al final. La prueba se unió a los actos en Zaragoza por la Campaña por el Párkinson. Los participantes corrieron testimonialmente 100 metros. Tantos los corredores como sus acompañantes salieron con una camiseta anaranjada. No había mejor forma de terminar la luminosa mañana.