Juanjo Cobo llegó a la Vuelta como un gregario de sueldo sencillo y en apenas tres semanas se ha convertido en una estrella, se ha abrazado con el Príncipe Felipe en el podio de Cibeles y ha constatado que su cuenta corriente comenzará a tener muchos ceros a partir del 1 de enero del 2012. Sin embargo, fiche por quien fiche la próxima temporada, no se le exigirá solo repetir la victoria conseguida ayer en la ronda española, sino algo todavía más importante. Que se prepare para el Tour y que intente pelear por la clasificación general.

Ya se lo comenzaron a pedir ayer en Madrid los centenares de paisanos que llegaron en varios autocares desde Cabezón de la Sal, en Cantabria: ñ¡El año que viene nos vamos a París!". Es la realidad, el reto para un corredor de grandes piernas y, hasta ahora, de cabeza muy frágil. ñHasta esta Vuelta siempre hubo momentos en los que lo pasé muy mal. Ahora espero no volver a tener recaídas, porque me he demostrado a mí mismo que puedo estar entre los mejores a nivel mundial", afirmó Cobo a este diario al poco de bajar del podio.

El ciclista, que el sábado no se quiso ver como vencedor porque temía una encerrona del Sky de Chris Froome, que no se produjo, en las calles de Madrid, ya ha comenzado a recibir ofertas, puesto que su contrato expira a final de año. El conjunto Astana, la antigua escuadra de Alberto Contador (todavía con una importante deuda pendiente con el tricampeón del Tour), ha sido la primera en interesarse por el Bisonte de la Pesa. Su precio, la recompensa económica por ganar la Vuelta, es de 600.000 euros anuales.

ñAhora ya puede comenzar a olvidar las penurias pasadas y a pensar en el futuro", afirman en su entorno. En el Geox, su equipo hasta final de año, hay cierto malestar porque se intentó renovar al ciclista antes de empezar la Vuelta a España y ahora su precio se ha multiplicado por 10.

HISTORIA CURIOSA La historia es curiosa. Cobo no tenía equipo al principio de año. Había interpuesto una demanda laboral contra la dirección del Geox porque no le habían pagado unas primas (60.000 euros) adeudadas del Tour 2008 como consecuencia de su victoria de etapa y otros premios acumulados en aquella edición. El Geox le exigió retirar la demanda y le prometió que el sueldo del 2011 sería precisamente la cantidad que le debían. En la posterior negociación, el corredor logró pactar otros 40.000 euros por rendimiento.

A la Vuelta llegó como ayudante de Sastre y Menchov. Al final, ellos dos han tenido que trabajar para un corredor que ya tiene 30 años, pero que se ha pasado el último año y medio sin apenas correr por una depresión. La duda que embarga el futuro de un ciclista fortísimo en la montaña y decidido en la contrarreloj es saber si sabrá rendir en su nuevo estatus y si la presión a la que le someterá su futuro equipo no será una rampa mucho más difícil que las que superó admirablemente en El Angliru.

Ayer, en tal vez la última etapa de la Vuelta con más suspense de los últimos años, levantó los brazos y gritó de rabia al cruzar la meta ajeno al esprint que ganó Peter Sagan. La emoción le llevó a romper el protocolo y dedicarle el jersey rojo al príncipe Felipe. La prueba de fuego se le presenta a partir de ahora. Y encima se le disfraza de Tour.