Opinión | el artículo del día

Las asociaciones rurales, un valor en alza

Los encuentros de asociaciones rurales cada vez son más frecuentes en Aragón, en estos últimos años el asociacionismo se está haciendo presente a través sus múltiples y variadas acciones en los municipios, en los que vienen desarrollando un enorme trabajo que contribuye a la mejora de nuestros pueblos. Una prueba de ello es el encuentro realizado el pasado día 20 de abril en el municipio zaragozano de Munébrega, organizado por la asociación La Zarandilla, con la colaboración del ayuntamiento y diversas asociaciones y colectivos sociales que aglutinan a varios centenares de asociaciones de nuestro territorio rural. El objetivo de estos encuentros es hacer visible las múltiples iniciativas de las asociaciones y colectivos rurales que están trabajando en Aragón, y tomar conciencia de una realidad innegable: el asociacionismo rural está contribuyendo generosamente al dinamismo y cohesión social de nuestros pueblos rurales, y constituye un potencial enorme de posibilidades para la participación social, el dinamismo y el desarrollo integral del medio rural. La sociedad civil organizada en los pueblos pequeños es por excelencia quien de manera activa anima y promueve acciones sociales, culturales, educativas, lúdicas y festivas.

Los ayuntamientos, las comarcas y las diputaciones provinciales, como entidades básicas de organización territorial del Estado, tienen la obligación de permitir y favorecer el desarrollo endógeno de las asociaciones, y contribuir con ayuda exógena a través de recursos económicos y materiales. Es una evidencia bien contrastada que muchos pueblos rurales –son mayoría en Aragón- junto a la agonía que supone la pérdida de población, suelen tener alguna asociación que insufla de vida al pueblo. Esto ya es motivo suficiente para darnos cuenta de la importancia que tiene cualquier humilde asociación que desarrolla su actividad en un pequeño municipio. Cuando pensamos en los procesos de participación ciudadana, damos una absoluta importancia al desarrollo de los partidos políticos como herramienta ideológica y de aspiración a la gobernabilidad, y no solemos tener en consideración esa otra forma de organización sociocultural que con el trabajo ilusionante y abnegado de sus asociados realiza acciones diversas que contribuyen al desarrollo rural. Además, es en el asociacionismo donde se suelen practicar con mayor coherencia los derechos culturales, sociales y universales, y donde se promueven valores personales y colectivos que conducen al progreso y la humanización.

La diversidad de asociaciones rurales de nuestros pueblos que trabajan las múltiples parcelas y sectores sociales tienen la especial encomienda de ofrecer respuestas de mejora de los distintos sectores de la actividad económica, cultural, social, agraria, ambiental, educativa... Así podemos encontrar en nuestros pueblos asociaciones tan diversas como una banda de música, un grupo coral, un grupo de teatro, una asociación de mujeres, de padres y madres, de mayores, agraria, un club de lectores, de medioambiente, dances, cultura popular, entre otras muchas. Todas estas asociaciones se esfuerzan por vivir en su seno la democracia y la participación social, desarrollando iniciativas de mejora personal y colectiva y favoreciendo desarrollos que mejoran el medio rural. Este desarrollo rural debe entenderse como humanización y progreso, y estas asociaciones cumplen con ello, porque con su labor contribuyen a la mejora integral de la persona y hacen posible mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos de los pueblos rurales.

Las asociaciones se esfuerzan por orientar sus acciones hacia el desarrollo y mejora de los municipios, reflexionan sobre su propia realidad para transformarla, y formulan proyectos cuyos protagonistas son los propios ciudadanos que arraigados en su territorio adquieren el compromiso de poner en marcha procesos de mejora social.

En definitiva, está claro que las asociaciones contribuyen a la mejora de la realidad rural, cooperan con las administraciones públicas en las estrategias del desarrollo territorial, promueven la participación ciudadana y el avance en derechos, contribuyendo con ello a la humanización y al progreso vital de los pueblos rurales. Con estas premisas encontramos razones suficientes para que las administraciones públicas sean conscientes de la importancia y trascendencia del asociacionismo y sigan apoyando sus iniciativas, tan necesarias para el auge y desarrollo de los territorios rurales.

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